Por: José Ernesto González Mosquera
“Los niños son la esperanza del mundo”… recordaba esta frase del
Apóstol sentado en una butaca del primer balcón del teatro capitalino
Karl Marx durante el concierto “20 años de la Convención sobre los
Derechos del Niño en Cuba”. Y como no hacerlo… si a cada minuto la
velada te hacía llorar, reír o erizarte la piel a tal punto que te
sentías frente a un espectáculo de lo más grande del panorama
artístico-musical del mundo.
Previo al comienzo dos pantallas inmensas en el interior del coloso de
Playa, proyectaban un documental donde niños latinoamericanos ofrecían
sus consideraciones acerca de cuestiones importantes para ellos: sus
aspiraciones para cuando crecieran, la importancia de la educación, lo
vital que resulta que los adultos escuchen a los niños e incluso,
peticiones hechas a estas personas “mayores”.
Los infantes, verdaderos protagonistas de la noche, se acoplaron de
manera magistral a una dramaturgia guiada por tres músicos de primera
línea que se entremezclaron con total humildad al talento creador de los
pequeños: Ernán López-Nussa, Raúl Paz y X Alfonso, los tres Embajadores
de Buena Voluntad del Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia
(UNICEF), organismo que auspició el evento.
Con un redoblar de tambores de Lilia Lucía, pequeña con apenas dos
meses de estudios musicales, comenzó la noche para darle paso a un
Ernán López-Nussa colosal en el piano. A este “monstruo” se le unió el
bisoño Jorge Enrique a tocar la famosa canción La Cucaracha a cuatro manos.
La noche no pararía de sorprender. Con su afamado tema Mama
irrumpió Raúl Paz en escena para contagiar con su alegría y estilo
peculiar de interpretación a los presentes. “Es un honor estar aquí en
un día tan importante puesto que los niños son el futuro y este camina
rapidísimo”, expresó el artista.
Este joven cantante ofreció además Mulata y se unió a dos
niños para conformar así uno de los momentos climáticos del show. Un
“fenómeno en formación”, según lo calificara Paz, resultó en verdad el
pequeño Jesusín, quien con su trompeta cautivó al realizar una
interpretación magistral del clásico A mi manera.
Además, con un Carnaval de alegría llegó Roco al escenario para cantar junto a su papá esta canción del fonograma Habanization.
Juntos, padre e hijo por decirlo de alguna manera, pues parecían la
misma persona en diferentes tamaños, pusieron de pie a un auditorio que
disfrutó verlos brillar. Junto a ellos, nuevamente magno fue Jesusín al
descifrar con gran maestría los tonos finales de este tema.
Las raíces afrocubanas fueron puestas de manifiesto por las pequeñas
manos de Kevin, de solo 5 años, pero grande en su manera de representar
esta música, mientras lo acompañaba con un canto yoruba la corista de
Raúl.
Cuando parecía que ya no se podía ver nada más, X Alfonso deleitó con Reverse, a piano solo, y se unió a su hija María para cantar el tema Fly Away y culminar junto al Coro Infantil dirigido por la maestra Digna Guerra a la manera de Abuelo dice.
Este grupo coral, de la mano de su directora al piano, logró seducir al
público con un cómputo de canciones entre las que merece especial
aplauso la interpretación del clásico de John Lennon, Imagine.
Y no podía ser de otra manera, ya lo dije. Si el concierto era dedicado
a los benjamines no culminaría sin alguna canción de uno de estos
padres escrita para sus pequeños. X tuvo a su cargo cerrar el concierto
con la canción Solo tú puedes darme amor, compuesta años atrás a su retoño y que, especialmente para la ocasión, cantó junto a ella.
Finalmente se les unieron todos los músicos que habían formado parte de
la gala que celebró la niñez como virtud, como amor que ofrece una
confianza en la humanidad, como etapa donde aun todos los hombres son
creadores y olvidan el odio y la muerte.
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