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GAÍNZA MORENO |
Suenacubano.com rinde homenaje al padre de los
Van Van
en vísperas de su onomástico. Brindamos esta conversación con el hombre
que este 2 de agosto celebra su cumpleaños 71, premio Nacional de
música; Pipo para sus familiares, Juanito para sus amigos más cercanos;
una persona seria, como él mismo se definió al comenzar este diálogo; un
verdadero maestro y el líder de la orquesta más representativa de la
música popular bailable en Cuba; precisamente sobre el uso de ese
término dijo:
“No es correcto, estoy en contra del término de música
popular bailable porque nosotros luchamos muchos años por aquello de la
salsa y logramos que se reconociera que lo que se toca es timba, es
songo, que son géneros musicales de los más nuevos. Música popular
bailable es como un término generalizado para toda la música, porque
toda la música es bailable, se puede bailar hasta con Radio Reloj y
nosotros tocamos timba, la timba cubana”.
¿Qué fue el changüí 68?
Como todos saben, yo entro en la
Orquesta Revé,
la cual tenía su formato típico. Tocaban temas de Elio, de El Guayabero
y de algunos compositores de esa época al estilo del changüí, que tiene
características muy específicas. Entonces comencé a reformar todo
aquello: le introduje una guitarra eléctrica, un bajo y dio como
resultado una música fusionada que sonaba diferente, nueva, y a esto
determiné llamarle changüí 68.
Después, al iniciar la década de los 60, se comienza a fusionar la
música popular cubana con determinados géneros caribeños e incluso
norteamericanos. Aparece el songo, que le dio nuevas posibilidades a los
músicos.
Los Van Van posteriormente también beben de la timba.
¿Todavía estudia el son después de tanta experiencia?
Ahí está la verdad, el son es el común denominador de toda la música
popular cubana. No hay nada que se haya escapado de que el son sea la
raíz, tanto el songo, la timba, como la salsa famosa que disfrutan
muchos.
En su trabajo como compositor, ¿escribe primero la música y posteriormente le pone la letra?
Eso viene junto, es una idea que tienes en la mente y musicalmente te
sientas con la guitarra, te orientas armónicamente y haces muchos
cambios hasta que tienes el número musical. Requiere de un oficio que ya
para mí es un poco más fácil, por los años en este trabajo. Si la letra
toca una historia personal debe ser interesante y que otros se
identifiquen a través del tema con lo que te está pasando.
Usted siempre ha sido un cronista de su tiempo, ¿qué
diferencia hay entre el Formell compositor de los 80 y el que escribe la
realidad social del siglo XXI?
Esto es muy importante y serio. Yo siento mucho respeto por la
composición. Resulta complejo porque es sintetizar en tres minutos una
historia y que sea rica para que la gente la disfrute y la baile. No es
nada fácil. Todos los compositores tienen una etapa muy prolífera, yo la
tuve entre finales de los 60 y puede ser que hasta los 90. En esa etapa
compuse más de 300 canciones; también para el cine y el teatro hice
muchos trabajos. Ya después de estos años empecé a disminuir la
producción de temas. Admiro a los buenos compositores de cualquier
género.
¿Qué importancia le presta al estribillo de las canciones?
Mucha, porque lo que dice el estribillo es lo que en realidad va a
formar parte después de la historia que vas a contar, hasta que no
tengas el estribillo no tienes nada en la mano porque el estribillo es
el que decide el juego.
Como productor, usted ha hecho muchos trabajos para mujeres
notables de la cancionística, y esos temas han sido retomados por
jóvenes intérpretes de estos tiempos, ¿qué criterio tiene sobre ese
trabajo?
Es algo muy espontáneo, pero quiero significar un caso: el de
Ivette Cepeda. Estoy fascinado como canta esta mujer. Hizo una versión de “Y tal vez” muy buena; y también
Rochy,
todas lo han logrado. Me gusta la idea de reunir una cantidad de temas,
incluso inéditos, para que un grupo de muchachas, las más talentosas,
los interpreten, y hacer un disco; esto se hablado y yo estaría
encantado de llevarlo a cabo.
Usted siempre habla con mucha admiración sobre Elena Burke, ¿qué recuerdos guarda de ella?
A
Elena,
esté donde esté, tengo que agradecerle siempre que me introdujo en el
mundo de la música por la puerta grande. Elena Burke ya era
Elena Burke
en todos los sentidos, para mí una de las mejores cantantes de todos
los tiempos, para no decir la mejor de las que hemos tenido, y ella
escogió para su disco “Mis veintidós años” —donde había un tema de
Pablo, otro de
Silvio—cuatro
temas míos. Fue un honor, hice los arreglos. También fue un reto para
mí pero sirvió para que la gente me reconociera a partir de ese momento.
¿Qué nos puede adelantar sobre el nuevo disco y sus proyectos futuros?
La nueva producción discográfica de los
Van Van
tendrá mucho de fantasía porque esa es la vida, un sueño. La gente
seguirá bailando pero escuchando e imaginándose lo que pudiera tener o
alcanzar. No hemos pensado tener alguna colaboración o invitado en el
disco, pero te adelanto que estamos trabajando en unos demos con
Elaín Morales. Este joven escribe bien y se le ocurren buenas ideas. Vamos a colaborar también con Israel Rojas y
Buena Fe,
en un homenaje al 160 aniversario del natalicio de José Martí, estoy
entusiasmado con ese proyecto. También estamos enfrascados, a pesar de
que tenemos el tiempo muy limitado, en hacer cuatro temas, de los
antológicos de la orquesta, con la Sinfónica Nacional. Es un plan que le
propuse al maestro Joaquín Betancourt y con gran entusiasmo lo ha
asumido, y ya lo tiene hecho.
A las tendencias musicales de estos tiempos se ha incorporado
el reguetón con la timba, y en muchos casos ha dado resultado. Ustedes
no asumen este trabajo, ¿han pensado en hacerlo en algún momento?
Eso es complejo. Hay un fenómeno generacional. Si Samuel lo asume lo
analizaríamos. El reguetón tiene elementos simples y nuestra orquesta
hace arreglos musicales con metales, cuerdas; tenemos otras
características. En la esencia de los
Van Van no está. No estamos en contra de ese movimiento pero no nos llama la atención, solo respetamos lo que hacen.
Los Van Van, durante 43 años, han traído consigo una
inevitable secuela de seguidores, pero también de imitadores, ¿le
molesta que su influencia marque el estilo de otras agrupaciones
jóvenes?
Una cosa es irte por el estilo de trabajo y otra cosa es plagiar,
todos los seres humanos en el mundo estamos en contra del plagio y eso
sí molesta y es legalmente sancionado.
Se consideran los Van Van un símbolo de cubanidad, teniendo
en cuenta lo que representan para nuestra música. ¿Por qué usted cree
que la orquesta ha llegado a esta definición?
La gente ha incorporado nuestro trabajo a su vida. Creo, primero,
porque hemos sido respetuosos con el público y muy constantes en nuestra
labor. A los cubanos eso les llega. En el mundo entero, donde quiera
que estén, nos reciben con cariño y un amor grandísimo. Vivimos para
satisfacer ese público y lo respetamos enormemente. Es la orquesta más
estable en muchos sentidos, y sin autosuficiencia te digo es la orquesta
que más temas a pegado en la historia de la música cubana. Los cubanos
desde que nacen oyen hablar de los
Van Van y después bailan con nosotros.
¿Tiene un consejo para los jóvenes que comienzan a cultivar la música cubana?
Que respeten a los que hemos hecho un trabajo sostenido, no solo los
Van Van
sino otros como Pupy, por ejemplo, un gran pianista, de un elevado
nivel. Que hagan su trabajo, que sean originales para que después sean
reconocidos. Que no hagan cosas simples y sin sentido, sino lo que
sientan por dentro, buscando siempre la verdad.