jueves, 13 de diciembre de 2012

Muy bueno, por Descemer


Ivón Peñalver

Un fenómeno estético-musical de los años dos mil es, sin duda, la obra del cantautor cubano Descemer Bueno. Definitivamente, tuvo la suerte de acceder a planos internacionales importantes con su canción “Cuando me enamoro”, popularizada por Enrique Iglesias. Pero Descemer es mucho más. Es sensibilidad, transgresión y ruptura, al tiempo que es fusión y engarce con una tradición que le antecede y le reverencia.
En esa búsqueda de sonoridades que le rondan y pertenecen, nace su canción, heredera de la cotidianidad más absoluta, y así llega a la palestra musical de estos días su fonograma Bueno.
En el disco apuesta por un trabajo que enorgullece su propio apellido, abordando temas como la nostalgia, los reencuentros, el desamor y el amor; siendo este último un leitf motiv dentro de su trabajo de corte romántico. Tierno, al tiempo que apasionado y vibrante y melódicamente orgánico, a partir de la inserción de una banda sonora que se apega al tratamiento cameral.
Concebido a base de duetos —Haila, Alain Daniel, Kelvis Ochoa, Baby Lores, X Alfonso, el dúo Buen Fe, Gema Corredera—, el fonograma Bueno es una propuesta que revaloriza las relaciones personales desde múltiples aristas. Cada intérprete concede su sello propio a un mundo ficcional que está concebido para dos.
Desde los temas “Tus luces sobre mí” y “Quisiera volver”, ambos complementados por un videoclip —cuestión sobre el cual volveremos más adelante—, el autor autodefine su propuesta de validar su relación con el otro, ya sea la pareja, los amigos o el contexto social.
Tal y como dice en la canción “Ser de sol”, en la frase “desnudo mi temor”, se alza una voz autoral que se repite en cada secuencia. Por diferente que sean los conflictos que se muestran, el yo intimista distingue cada propuesta. Un yo que en este disco se debate entre encuentros y desencuentros.
Por ejemplo, la canción “Siete días” es el reencuentro con la ciudad que se ha dejado, ciudad “de almas y calles desiertas… en una primavera eterna”; justamente el elemento “días”, asociado al tiempo, simboliza aquí la trascendencia de una vida que parece detenida en el recuerdo. En propuestas como “Tú y yo”, aun cuando son dos los protagonistas, el uso del término “brújula”, la idea de movimiento, la búsqueda de un rumbo en medio de lo pasional; universaliza el sentimiento amoroso, lo descontextualiza y lo atemporaliza.
Voz e imagen se complementan
Canciones que viajan a través de la intrépida mirada de quien las necesita ver volar, son dos de las interpretaciones de este CD que cuentan con videoclips: “Ser de sol” y “Quisiera volver”, este último premiado como Mejor Canción y Trova en los Premios Lucas 2012. No siempre las canciones tienen la suerte de ser asimiladas de manera íntegra, teniéndose en cuenta, en este caso, la preferencia de la modalidad audiovisual. Pero en Descemer la letra encontró cauce seguro en el gusto popular.
En “Quisiera volver”, con el tiempo como coprotagonista, entre claroscuros, Descemer y Baby Lores se muestran como personajes dentro de un mundo fabular, donde la vejez es punto de reflexión sobre el sentido de la vida. En un juego entre pasado y presente, los anhelos, sueños y vivencias se reflejan en las miradas optimistas de esos ancianos, que, al decir de otro poeta, son “eternos centinelas del pasado”.
Ser de sol” es la otra canción que halló eco en el audiovisual. Un video que resultó un tanto polémico por la relación homosexual que muestra y que bien puede ser un gancho comercial para atraer público, pues el texto narra una relación de desamor que no tiene necesariamente que incluir a una pareja gay. Es desamor y nada más. No obstante, el uso de los colores y luces que contrastan en los dos espacios referenciales de la historia: uno, el externo, donde todo es aparencial, y otro interno, donde único las mujeres son auténticamente ellas; llama la atención sobre una historia bien hilvanada, con su carga emotiva de suspense, aunque, a mi juicio, comercialmente abordada.
Y es que Descemer abre múltiples puertas de interpretación. El reto es quedar atento para cruzar el umbral que proponen sus canciones. Y en ese tránsito de búsqueda, también personal del oyente, en medio del silencio de la oportuna reflexión a la que convida el autor, solo queda exclamar; Muy Bueno por Descemer.

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