Tiempo al tiempo, rezaba el slogan que presidió las
recientes galas de entrega de los Premios Lucas, y sí, de seguro
podremos esperar para comprobar si el creativo proyecto puede mantener
en el futuro las mismas señales de excelente salud que hoy evidencia. No
obstante, tres lustros de activa vida han sido suficientes para
patentizar el notable aporte de Lucas en cuanto a la promoción y difusión de la música, la industria fonográfica y los intérpretes cubanos.
Pero como si fuera poco, a lo largo de los años, en que ha estimulado
tanto la calidad como la producción criolla de este tipo de
audiovisuales, Lucas se ha convertido en motivadora
escuela para nuevos realizadores, mientras sus vistosos espectáculos se
mantienen, entre los que recuerde que se llevan a cabo en el patio, como
los más atractivos, cuidados e inclusivos, al tiempo que se alzan como
los que más invitan a un público bien numeroso que no conoce de edades,
aunque en él primen adolescentes y jóvenes.
A no dudarlo: Lucas constituye un fenómeno cultural y
social en Cuba. Basta asistir a una de sus convocatorias para
percatarse de que ha logrado atrapar a esas nuevas generaciones
necesitadas de encontrar ídolos a quienes admirar e imitar, como parte
del proceso natural de formación de sus identidades, lo cual representa,
ya lo sabemos, una enorme responsabilidad para nuestros medios, mas
hablamos de un proyecto que asume con empeño y acierto el desafío.
Fueron justamente esos alegres jóvenes quienes mayoritariamente
abarrotaron este fin de semana no solo el capitalino teatro Karl Marx
(magnífica la idea de ubicar en el lobby a un Dj que promocionaba tanto
los videos en competencia como los de ediciones anteriores), sino
también el cine Yara, hacia donde se realizaban pases directos; los
mismos que no se cansaron de hacerse retratos con las «ovejas» de negro
como los protagonistas de Reservoirs dogs y Men in black, y con los artistas que estaban en el auditorio.
Y fueron esos mismos jóvenes los que este año decidieron poner en la cúspide de la popularidad a los Ángeles por Cuéntale a él (dir. Manolo Ortega), mas también fueron capaces de reconocer la grandeza del tren de la sonoridad criolla, Van Van, con su Un año después (La costurera), la valía de las composiciones que beben del folclor como Pi 3,14,
de Buena Fe (en ambos casos gracias a videos concebidos por Ian Padrón,
los cuales resultaron los mejores en Música Popular Bailable, y
Tradicional y Folklórica); o la maravilla de las exquisitas creaciones
de Descemer Bueno, quien lo mismo apareció acompañado por Baby Lores en Quisiera volver (Alejandro Pérez, Mejor Canción y Trova) que por el ya mencionado y aclamado dúo en Ser el sol.
Evidentemente, ambas galas se pensaron en función de los adolescentes
sobre todo, un universo tan poco visualizado a la hora de idear en el
país productos culturales que puedan en verdad satisfacerlos. De ahí la
validez de que se haya convidado a un compositor de puntería como Osmani
Espinosa para que entregara el tema Lucas, que sirvió de funcional
opening y reunió en el escenario a los Ángeles, Qva Libre, Patry White,
Dayany Gutiérrez, Juan Karlos y la Señorita Dayana, con lo cual se
aseguró que la temperatura en el coloso de Miramar se elevara desde el
principio, aunque nuestros muchachos deberán aprender que la exageración
en sus manifestaciones de «cariño» no solo afecta sus juveniles cuerdas
vocales, sino indican muy escasa educación formal. (Igual no entiendo
por qué nuestros artistas y presentadores necesitan tanto reclamar la
famosa: «una bulla», y los ganadores se ven obligados a agradecer, para
alargar innecesariamente la jornada, a familiares, amigos, equipo
técnico, vecinos... ¿A quiénes se querrán parecer?).
Con todo y ello, Lucas no se podrá quejar de su fiesta de 15, donde quedó de manifiesto que tanta aceptación tienen entre los más bisoños Otra dimensión de los Desiguales (José Rojas y Marlone El científico, mejor en Pop, House y Electrónica) y El magnífico, como la versión de De mis recuerdos,
de la compañía Lizt Alfonso en Vida (Lizt Alfonso y Lester Brito, mejor
Banda Sonora) y las baladas interpretadas al unísono por quienes
colmaban la sala principal del Karl Marx al estilo de Arrancándome la vida, de Alain Daniel, y Qué voy a hacer sin ti, de Arlenys, en un apartado donde terminó vencedor Juan Karlos por Yo te quiero, de Joel Guillian.
Mi aplauso para estas galas donde no faltaron momentos de buen espectáculo, como ese en el que Ando caliente y 2012, de Qva Libre, pusieron a bailar a la platea; o ese otro donde se unieron el arte de la Schola Cantorum Coralina y su Afrorritmo (Rudy
Mora y Orlando Cruzata, Video instrumental y coral, Producción del año y
Edición de Octavio Crespo) y el de la maquinaria que conduce Juan
Formell, sin olvidar aquellos de pegada, casi siempre apuntalados con
coreografías frescas, imaginativas y eficaces.
En ese caso se hallan, por ejemplo, los que protagonizaron Arnaldo y
su Talismán, encargados de un cierre a golpe de conga y muy arriba con Pa´lante; Patry White y su Muñeca diabólica (con destaque para el vestuario concebido por ese cuadro); Isis Flores por medio de Me gusta,
clip vencedor en la categoría de Música Pop; y el instante en que
compartieron el escenario Jenny Sotolongo, Dayany Gutiérrez y M Alfonso,
cuyo video, Buscando la inspiración (realizado por Joseph Ross al igual que el de Isis) resultó el más relevante del año.
Y ahora que nos referimos a Joseph Ross, hay que decir que estos
Premios Lucas 2012 se inclinaron a sus pies. Y es que este siempre
sorprendente y talentosísimo realizador consiguió sobresalir por la
Fotografía de Canción triste, de Joaquín Clerch (Artista Novel); y por Aquí, hoy, de Tesis de menta (Rock y Pop Rock), mientras con el multidistinguido Buscando la inspiración
el también caricaturista se agenció, además, los reconocimientos en
Dirección de Arte y Video Fusión (asimismo le dio a Omar Leyva la
victoria en Efectos Visuales).
La novel en estas lides, Katia Hernández, fue otra de las agraciadas en esta edición por su ópera prima La ñáñara,
de Rita del Prado, Dúo Karma y Roly Berrío, apartado en el que se
impuso, como igual lo hizo en Video Infantil y Animación; en tanto el Boom Boom que interpreta Baby Lores, también del experimentado Alejandro Pérez, se quedaba como el mejor video de Reguetón y Making off.
Durante estas dos noches que fueron disfrutadas de lo lindo por un
público que se quedó con ganas de más y donde se agradeció la simpatía,
la inteligencia y el fino, pero incisivo humor de Luis Silva, se
entregaron otros premios, amén de los especiales que Lucas otorgó a los programas Palmas y cañas y Cuerda viva: Música Electrónica: Type writer, de Alex 6 music (dir. Proyecto Sporas); Hip Hop: La invasión, de La 51 (Mala Bizta y Mandefro); Video Coreográfico: Al final de la vida, de Alexander Abreu y Havana de primera (Kerry Wichester); y Rock Metal: La real masacre, de Dead Point (Vitico, Pardini y Estebita).
Acaba de terminar la edición 15 de los Premios Lucas (tal vez haya
que pensar en que son demasiadas categorías) y una y otra vez me asombra
la inventiva, la creatividad y la gracia de su equipo de realización
comandado por Cruzata no solo para proponer en la pantalla doméstica un
espacio que apuesta por una estética y un modo de hacer diferentes, sino
que logra con los mismos escasos recursos financieros, telas,
cartón-tabla, bombillos... idear escenografías y ambientes que en otros
lugares parecen un imposible, sin dejar de reverenciar, para nuestra
satisfacción, lo cubano.
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