Yelanys Hernández Fusté |
Marcada eternamente por un tema inmortal, Vereda tropical,
la orquesta Riverside de La Habana se reverdece con el tiempo. Noveles
y consagrados músicos reverencian el legado de Enrique González
Mántici, quien hacia finales de la década de 1930 fundó, junto a un
grupo de artistas, la conocida agrupación cubana.
El de la rumba soy yo y Qué lío, tío, en la voz del mismo Tito Gómez de Vereda tropical,
entre otros temas de éxito, enseñorearon a la formación musical
habanera por los escenarios isleños y foráneos con una fuerza
huracanada. Decenios como el de los años 50 también pusieron luz sobre
un grupo que no ha dejado de hacer música y que encuentra en las nuevas
generaciones de instrumentistas, compositores y vocalistas un acicate
para su vitalidad.
Con proyectos importantes en la escena melódica nacional y a punto de
volver a los estudios de grabación en 2013, la Riverside recibe con
mucho recelo el intento de algunos músicos cubanos residentes en Miami,
de «refundar» en la nación norteña la orquesta.
El hecho, divulgado este viernes en el Centro de Prensa Internacional
(CPI) por los integrantes de la agrupación en La Habana y funcionarios
del Instituto Cubano de la Música (ICM), ocurrió cuando varios medios de
comunicación estadounidenses presentaron a una Riverside miamense,
integrada por músicos que en algún momento tocaron en ella y que ahora
se apropiaron del nombre y lo mostraron como suyo, intentando
desnaturalizar uno de los símbolos musicales de Cuba.
Internet y algunas televisoras norteñas han exhibido un video que
muestra cómo ex integrantes como el trompetista Mario del Monte y su
hijo, el percusionista Mayito del Monte, tocan bajo un sello que no les
pertenece. Una razón les asiste: desean que se desconozca una historia
significativa del panorama musical criollo.
En Miami se maneja el término «refundar», lo cual, al decir de
Orlando Vistel, presidente del ICM, «hace pensar en una desaparición, en
algo que se perdió. Tienden a confundir a la opinión pública y le tiran
una sonrisa al mercado».
Vistel apuntó que tratan de aprovechar el nombre de la orquesta para
ofrecer un «seudoproducto nuevo, que nada tiene que ver con la
Riverside».
Raúl Nacianceno, actual director y sobrino de Alfonso Nacianceno —uno
de los músicos fundadores—, tomó la noticia con tranquilidad. Está
seguro del reconocimiento internacional que asiste a la agrupación que
lidera.
«El reconocimiento ha sido histórico, cultural, con un peso muy
enraizado en todo este país. Nunca la Riverside ha dejado de estar
presente en el público, en las radioemisoras, en la televisión»,
explicó.
Ante la pregunta de los periodistas sobre un posible proceso legal,
Nacianceno sentenció que «no lo consideramos. Esto se gana en la medida
en que sigamos estando presentes en los medios, a lo largo y ancho de
Cuba, en el extranjero, como históricamente ha sucedido».
Por su parte, Orlando Vistel insistió en hacer un llamado ante la
opinión pública sobre el caso, para que influya en una reconsideración,
ya que un proceso jurídico sería costoso.
Expresó que Cuba ha aportado sustancialmente con su música al
patrimonio de la humanidad, pero manifestó que no «aceptamos un hecho de
usurpación y desnaturalización de nuestros más genuinos valores
sonoros».
Recordó que tanto la Isla como EE.UU. son signatarios de las
disposiciones legales internacionales y, en este asunto en particular,
«uno de los dos países las está violando, pero evidentemente no somos
nosotros».
Mientras, Raúl Nacianceno sostuvo que sería imposible desligar a la
orquesta de la Isla. «La Riverside nació en Cuba y se mantiene en
Cuba», dijo.
Hechos similares a este han acontecido, como relata Orlando Vistel.
Sucedió con la Aragón. Formaron un grupo y «le metieron allá toda la
parafernalia de promoción y la convirtieron en un producto», pero no
pudieron con la autenticidad y el prestigio internacional de la Charanga
Eterna, que por más de siete décadas defiende géneros como el
chachachá, el danzón y la música popular bailable.
Cuba apuesta por el intercambio cultural con Estados Unidos, lo cual
se demuestra, precisó, con el número de artistas nuestros que han
actuado en escenarios norteamericanos, como ha pasado recientemente con
la Sinfónica Nacional, y los coros Entrevoces y la Schola Cantorum
Coralina, entre otros.
Escuela Riverside
Para el contrabajista Jorge Reyes, quien por cuatro años y medio
formara parte de la Riverside, es esta una escuela invaluable. Fue
Reyes el primero en introducir allí el bajo eléctrico. Es por ello que
le parece inaceptable la noticia de que la quieran «refundar» desde la
Florida y se desconozca al grupo que hasta la actualidad continúa la
obra legada por Tito Gómez, Pedro Vila y muchos otros.
En ello coincide el maestro Marcos Urbay, una institución en la
enseñanza de la trompeta en la Isla, además de director de orquesta y
miembro de la Riverside en la década de 1950.
De 84 años, 69 de ellos en la música, Urbay recuerda con gran cariño
su estancia en la orquesta y aboga porque no se ignore el pasado de una
formación musical medular en el universo sonoro de la Isla.
La Riverside es una sola. Su obra es eterna y lo corrobora el
sinnúmero de músicos que mostraron, con su presencia en el CPI, su apoyo
a la orquesta. Planes futuros tiene muchos la agrupación cubana. Por lo
pronto, continúa con sus actuaciones habituales y, como anunció Orlando
Vistel en la conferencia de prensa de este viernes, el grupo está
incluido «en los planes de grabación de Producciones Colibrí en el año
2013.
«Hemos venido perfilando la nueva producción discográfica para esta
orquesta, de manera que sea totalmente coherente con sus momentos
iniciales y su evolución histórica», puntualizó. Será una muestra de que
la genuina Riverside sigue en Cuba y saludablemente viva.