Por: Lourdes M. Benítez Cereijo |
Cuenta que su primer concierto fue con solo ocho años,
tocando el violín. A los 15 estuvo en una agrupación de rock y a los 17
formó parte del conjunto de Gerardo Alfonso. Desde los inicios, su
indetenible trayectoria ha estado signada por la voluntad de
reinventarse.
Para él, el éxito no depende de cuántos discos o conciertos hagas.
«Es la capacidad que tengas de ayudar a otros. Quizá el éxito se defina
en ese momento en el que alguien pasa por mi casa y dice: “Mira, ahí
vive un muchacho llamado David Blanco que es buena onda, se puede contar
con él. Ser exitoso es poseer esa paz interior vinculada con la
familia, los amigos y la felicidad».
Acerca del concierto que ofrecerá como colofón de las actividades por
el cierre del verano —el viernes 31, a las 9:00 p.m., en la plaza del
Museo Nacional de Bellas Artes (Centro Asturiano)— y de los detalles de
su nueva producción discográfica, el popular artista dialogó con Juventud Rebelde.
«Cada verano trato de encontrarme en un concierto con el público de
la capital. Esta vez será en la plaza del Museo Nacional de Bellas
Artes. Nunca he tocado en ese espacio y eso me gusta porque soy amante
del cambio, de la novedad. Sé que será una gran fiesta y en ella haré
canciones que ya se han convertido en clásicos de mi repertorio, y
también otros temas nuevos que pertenecen a mi próximo disco».
David Blanco adelantó a nuestro diario que este CD, que ahora se encuentra en la etapa de diseño, lleva por título Amigos.
Se trata de un fonograma de dúos, con muchos invitados. Participan
figuras como Eliades Ochoa, David Torrens, Cotó con el tres, Paulo FG,
el Ruso de Orishas, Diana Fuentes, Buena Fe, Ernesto Blanco, Pedro
Calvo, Omara Portuondo y el grupo Compay Segundo, entre otros.
«Este material es muy ecléctico. Tiene mucha variedad con chachachá,
blues, temas roqueros, son, etcétera. Marca una ruptura total con
trabajos anteriores y tiene la intención de recordar que en una sociedad
como la actual, que va tan rápido, es vital cultivar valores como la
amistad y la unión».
El autor de La evolución comentó que el lanzamiento
oficial de esta nueva producción será el 22 de diciembre en el Karl
Marx. «Quiero hacer un espectáculo totalmente lleno de sorpresas, en el
cual presentaré canciones del disco que vendrá después de Amigos. Este concierto llevará por nombre El nuevo mundo.
Según el Calendario Maya, ese día será el fin; de no ser así pues
entonces nosotros abogaremos por un mundo lleno de amistad y de cosas
positivas. Ese es uno de mis propósitos, como dice el tema Soy el punto Cubano, “siempre le llevo al guajiro la esperanza y la alegría”».
—Es muy complejo satisfacer los gustos del público juvenil cubano…
—Siempre esperan más de ti. Pienso que al pueblo hay que respetarlo.
Los jóvenes cubanos son muy inteligentes y por tanto exigentes. Yo
simplemente soy un artista de pueblo, para nada elitista. Es un gran
honor que el público quiera verme y escuchar mis canciones.
—Estás considerado uno de nuestros más talentosos músicos jóvenes. ¿Cuán difícil es mantenerse en la preferencia?
—«Es muy complejo, porque se trata de un proceso de cambio en el cual
los jóvenes también van creciendo. Sin embargo, de alguna forma ese
tránsito ha formado parte de mi madurez. Considero que lo importante es
tener siempre cosas que decir al público, hacer cosas nuevas y que el
artista se logre reinventar.
«Siempre me he caracterizado por hacer una música muy sincera. Canto
lo que pienso. Por eso a veces me complico y me demoro en sacar un
disco, porque no quiero dejarme llevar por la banalidad. Me gusta que lo
nuevo sea superior a lo anterior».
David Blanco se considera un músico de estos tiempos, admirador y
heredero de nuestra gran riqueza musical. Toma esas sonoridades foráneas
que pueden gustarle a cualquier joven para mezclarlas sin perder de
vista el sentido de la cubanía. «Soy un cubano muy cubano y ese espíritu
está siempre en mi obra».
Ha cultivado pop, rock, jazz y música tradicional cubana. Amante de
la obra de los Matamoros, Irakere y Van Van, confiesa que no tiene un
instrumento preferido, porque con cada uno existe una cercanía
particular. El versátil artista se asume como un creador espontáneo, un
intermediario entre un poder superior y el sentido que luego tomará esa
obra nacida en un momento genuino e irrepetible.
—El binomio con tu hermano derrocha energía y vitalidad. ¿Cómo te hace sentir esa combinación?
—La relación va más allá de nosotros mismos. Es mágico, como si los
astros estuviesen alineados justo en el lugar preciso. Quizá seamos
buenos por separado, pero cuando nos unimos somos una mezcla explosiva.
—¿Cuáles son tus aspiraciones como artista?
—Me gustaría que el quehacer de nuestros jóvenes se conozca mucho más
a nivel mundial. Aspiro a que se rompan fronteras para que la música
llegue a todas partes. Personalmente tengo muchos planes y cosas por
hacer. Algún día me gustaría realizar una ópera-rock o un gran concierto
acústico.
—¿Cómo se integra David Blanco a la evolución de la música cubana?
—De forma muy natural. No soy un artista que me he impuesto, y
siempre he dejado que sea el público quien decida los éxitos. No trabajo
para una canción o un videoclip solamente; pienso que los discos deben
tener su historia y coherencia. Lo que me gustaría es ser siempre
bienvenido en la música cubana.