lunes, 4 de julio de 2011

Vivir entre voces

Desde la primera vez que escuché el nombre que Digna Guerra tuvo a bien escoger para este coro, me sentí seducida. Es que el sayo le viene perfecto a ese destino asumido por quien decide consagrar su musicalidad a través del ejercicio de un canto que no se siente completo si no cuenta con el de al lado, con el de atrás y el que está inmediatamente delante; que no tiene a menos -porque más bien lo prefiere–dejarse llevar por la mano maestra que sabe, no sólo a dónde hay que ir sino por qué sendero tomar.
Escucho al coro Entrevoces y me regodeo en la expresión perfecta de una letra que tiene que llegarme intacta al oído y no me extraña que tan lejos, en esos remates del mundo adonde fueron a parar a comienzos de este mes de junio, más allá de la excelencia que les caracteriza en el dominio de un tejido musical y de una suma de temperamentos donde todo está vivo, ese mismo cuidado extremo, ese esmero en la expresión de los textos que han sido concebidos en otros idiomas, haya tenido que ver con la impresión y la valoración de los jurados que nos lo devolvieron repleto de premios y reconocimientos otorgados en uno de los certámenes más prestigiosos del universo coral.
A través de diferentes vías, nuestros medios informativos han dado fe de la variedad de categorías en las que Entevoces fue acaparando premios que hablan, de manera contundente, de una versatilidad fruto de la consagración -a partes iguales–del grupo y su directora; una consagración hecha a mano en el curso de muchos años por personas sencillas, sazonada con esa mezcla de edades que les otorga el derecho de tratarnos de tú por tú como manera natural de manejar a su antojo nuestra percepción en cada pieza del repertorio que traen preparado para regalarnos mientras nos dejan convencidos de que, sin duda, hay que tratarlos de “usté”.
Abundar en razones que evidencien por qué nuestras Palabras de este primer domingo de julio están inspiradas por tantas alegrías compartidas sería -para hablar en buen cubano-”echar más agua a la sopa”. Siéntanse abrazados, aplaudidos, queridos y, sobre todo, escuchados con el mayor de los gustos y reciban la gratitud de quienes nos sabemos presentes en sus corazones cada vez que sus voces hacen resonar (y siempre para bien) el nombre de Cuba.

http://www.cubadebate.cu/temas/cultura-temas/2011/07/03/vivir-entre-voces/

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